Prosiguiendo este círculo vicioso
que son los pensamientos, las ideas,
en un contexto absurdo por demás
de actividades cotidianas, sin futuro
mundanales/inútiles/profanas
de allí
bien lejos del escurridizo espíritu
me abarca el genial descubrimiento
de que a fin de cuentas
lo único que yo por siempre quise
es saber qué carajo es lo que quiero.