La historia nunca es completa. En cada rincón se esconde, en cada circunvalación, el reverso de la historia que nos cuentan; que es tan cierta como su contraria. Es algo que siempre me deja sin palabras, por su inmensidad.
Ayer fuimos al médico. En el centro estaba repleto de gente. En su mayoría jóvenes soldados que venían a pedir un permiso médico para no asistir al día siguiente a la base. Algunos de verdad enfermos, otros no tanto…No pasaban los 20 ninguno de ellos. Luego estábamos los que fuimos por alguna dolencia de adultos. No faltó quién se quejara de que los soldados tuvieran preferencia en ser llamados a pasar a la enfermería. Los mismos seguramente que luego se quejarán cuando alguien se atreva a decir algo en contra de su ejército. Solo los judíos podemos contar chistes de judíos, algo así es el asunto. Al final nos tocó a nosotros. Entramos a la enfermería y luego al médico que era un muchacho árabe. Los árabes israelíes no son alistados para prestar servicio. Porque no son judíos. No importa si son israelíes, “no se puede confiar en ellos”. Pero son esos mismos médicos los que revisan a los soldados que no quieren ir al ejército e irán igual y que el día de mañana -como ayer y como hoy- serán detenidos en algún punto de control por sospechosos.
Hoy salió en el diario, en España, una noticia sobre los médicos israelíes que atienden a refugiados sirios. Los mismos sirios que desconfían de nosotros porque así fueron educados. Un médico sirve a su causa, que debería ser la causa de todo humano: ayudar a que la vida de los demás sea un poco mejor.
Quiero creer que no son las personas las que están en guerra sino los gobiernos. A veces, algunas noticias, me hacen creer que estoy en lo cierto. Luego escucho en la calle comentarios racistas y creo lo contrario. O leo noticias que me congelan la sangre.
Quizá porque la Historia del hombre se conforma de sub-historias individuales que no dejan de sorprendernos. La vida está llena de ironías, de situaciones imposibles que el hombre hace posible. Para bien y para mal. Todo gira. Y el mundo es tan redondo que a veces pierdo el equilibrio, me mareo y siento que me caigo.